WASHINGTON, DC – En su primer semana en el cargo, el presidente Donald Trump y su equipo han tomado decisiones rápidas para despedir o reubicar a cientos de empleados del gobierno, y buscan obtener el poder de despedir a muchos más. Su “bola de demolición” ya ha generado una gran incertidumbre en la burocracia federal.
Trump despidió a 160 empleados del Consejo de Seguridad Nacional y reasignó a unos 20 abogados del Departamento de Justicia. También removió a los jefes de la Guardia Costera y la Administración de Seguridad en el Transporte, entre otros funcionarios.
El presidente ha cerrado oficinas gubernamentales dedicadas a la diversidad e igualdad de oportunidades, y ha dejado a muchos empleados sin saber qué pasará con sus puestos. Trump también planea despedir a más de 1.000 funcionarios designados por su predecesor, Joe Biden.
Durante su campaña, Trump prometió reducir el tamaño del gobierno y despedir a burócratas que no fueran leales a su agenda. Sin embargo, la rapidez y extensión de estos cambios ha sorprendido a empleados federales y sindicatos del sector público.
“Hay una gran preocupación entre los empleados, muchos están asustados por su futuro y el de sus familias”, dijo Don Quinn, abogado laboral de empleados federales.
Trump también firmó una orden ejecutiva que facilitaría el despido de miles de trabajadores federales al cambiar su estatus laboral, lo que ha generado temor en muchos. Los sindicatos han demandado a la administración por esta orden, que reclasifica a una gran cantidad de empleados, dejándolos más vulnerables a despidos.