El presidente estadounidense sostiene que cumplirá su promesa de campaña pese a las negociaciones de última hora de Canadá y México.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este viernes que no dará marcha atrás en su decisión de imponer nuevos aranceles a las importaciones de Canadá, México y China, como parte de su estrategia para combatir la inmigración ilegal y el tráfico de drogas.
En declaraciones realizadas desde el Despacho Oval, Trump confirmó que los aranceles entrarían en vigor este sábado 1 de febrero, rechazando cualquier posibilidad de negociación. “No, ahora mismo no hay nada que puedan hacer”, respondió al ser cuestionado por un periodista sobre posibles concesiones por parte de los países afectados.
A pesar de meses de advertencias, la imposición de los aranceles sorprendió a diversos actores políticos y económicos, incluidos representantes de Wall Street y del Congreso, quienes mantenían la esperanza de una retractación de última hora.
Diplomacia fallida
Durante los días previos, una delegación de altos funcionarios canadienses liderada por la ministra de Asuntos Exteriores, Mélanie Joly, se desplazó a Washington para reunirse con Tom Homan, zar de fronteras de Trump. La misión buscaba demostrar el fortalecimiento de la frontera entre ambos países mediante videos y documentos, en un intento por cumplir con las demandas del mandatario estadounidense.
Sin embargo, los esfuerzos diplomáticos resultaron infructuosos. “Simplemente veremos qué pasa”, insistió Trump, dejando claro que no buscaba concesiones.
La situación ha generado preocupación en diversos sectores económicos, ya que la aplicación de los aranceles podría dar inicio a una guerra comercial de gran alcance, con el consiguiente aumento de costos, interrupción de cadenas de suministro y pérdida de empleos.
Estrategia comercial y política interna
Desde su primera campaña presidencial, Trump ha defendido el uso de aranceles como herramienta clave para imponer su agenda económica y política. En esta ocasión, el objetivo declarado es frenar el flujo de inmigración indocumentada y el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos.
“Los aranceles nos harán muy ricos y fuertes, y trataremos a otros países de forma justa”, afirmó el presidente, quien reconoció que podrían existir efectos adversos a corto plazo para los consumidores estadounidenses.
Aunque la portavoz presidencial indicó que no habrá periodo de gracia para la entrada en vigor de los aranceles, no se especificó si existirán exenciones para determinados sectores o productos, un punto clave para evaluar el impacto económico de la medida.
Desacuerdos internos
La política arancelaria de Trump ha generado divisiones dentro de su propio gabinete. Mientras Howard Lutnick, secretario de Comercio, y Stephen Miller, jefe adjunto de gabinete, respaldaron un enfoque severo, otros como Scott Bessent, secretario del Tesoro, abogaron por medidas más moderadas, como la aplicación gradual de los aranceles.
“No, eso no sería aceptable para mí”, sentenció Trump ante las propuestas de aplicar tasas iniciales más bajas, subrayando su intención de imponer aranceles “mucho, mucho mayores”.
El panorama apunta a un endurecimiento de las tensiones comerciales, con posibles aranceles adicionales a productos estratégicos como chips, acero, aluminio, y petróleo, así como a las importaciones provenientes de la Unión Europea.
La decisión, que podría redefinir el comercio internacional, confirma la disposición de Trump para cumplir una de sus promesas de campaña y utilizar los aranceles como una herramienta de presión sin precedentes en la política comercial estadounidense.