Hace diez días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó a referirse a Gaza como un “sitio de demolición” y propuso “limpiar todo eso”, generando dudas sobre si se trataba de comentarios improvisados o de un cambio de política deliberado.
Sin embargo, tras la reciente visita del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y las declaraciones de Trump en la Oficina Oval y durante la conferencia de prensa conjunta, ha quedado claro que sus propuestas son serias y profundamente controvertidas.
Estas iniciativas representan el cambio más radical en la posición de Estados Unidos sobre el conflicto entre Israel y los palestinos en tiempos recientes, y serán percibidas como una flagrante violación del derecho internacional.
Además del impacto inmediato que este anuncio podría tener entre la población afectada, también podría influir de forma significativa en los esfuerzos por alcanzar un cese del fuego y asegurar la liberación de rehenes en un momento crítico.
Trump y su equipo han presentado su propuesta de “reasentar” permanentemente a los palestinos fuera de Gaza como un gesto humanitario, argumentando que la situación actual no ofrece alternativas, ya que Gaza es “un lugar inhabitable”.
Sin embargo, el derecho internacional prohíbe estrictamente los traslados forzosos de población. Tanto los palestinos como las naciones árabes consideran esta iniciativa como un intento flagrante de expulsión y limpieza étnica.
Los líderes árabes ya han rechazado categóricamente estas ideas, que Trump ha formulado repetidamente en los últimos días, sugiriendo incluso que Egipto y Jordania deberían acoger a los palestinos desplazados.
En una declaración conjunta el pasado sábado, Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, la Autoridad Palestina y la Liga Árabe advirtieron que tal medida “amenazaría la estabilidad regional, podría ampliar el conflicto y socavaría las perspectivas de paz y coexistencia”.
Desde hace tiempo, sectores de la extrema derecha ultranacionalista israelí han abogado por la expulsión de los palestinos de los territorios ocupados para expandir los asentamientos judíos. Tras los ataques del 7 de octubre de 2023, estos grupos, algunos de cuyos líderes forman parte de la coalición de Netanyahu, han exigido la continuación indefinida de la guerra contra Hamás y el eventual restablecimiento de asentamientos en la Franja de Gaza.
Durante la conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump fue aún más lejos, sugiriendo que Estados Unidos tomaría el control de Gaza y la “reconstruiría”. Al ser cuestionado sobre si los palestinos podrían regresar, afirmó que “personas de todo el mundo” vivirían allí, describiendo la zona como un “lugar internacional increíble”, aunque añadió que también incluiría a palestinos.
Steve Witkoff, enviado de Trump para Oriente Medio, defendió la propuesta diciendo que “este tipo sabe de bienes raíces”. Trump incluso llegó a describir su visión para Gaza como “la Riviera del Medio Oriente”.
Cuando se le preguntó si las tropas estadounidenses participarían en la toma de Gaza, Trump respondió: “Haremos lo que sea necesario”.
Estas propuestas suponen el giro más drástico en la política estadounidense hacia Gaza desde la creación del Estado de Israel en 1948 y la guerra de 1967, que marcó el inicio de la ocupación militar israelí en la región.
Gaza ha sido históricamente hogar de palestinos que fueron desplazados durante las guerras en torno a la fundación de Israel, y sus descendientes constituyen la mayoría de la población actual, que supera los dos millones de personas.
De implementarse las propuestas de Trump, esta población se vería obligada a trasladarse a otras partes del mundo árabe o incluso a otros continentes. Trump ha planteado que los palestinos podrían ser “reasentados de forma permanente”.
Estas medidas anularían cualquier posibilidad de una solución de dos Estados y serán rechazadas categóricamente por los palestinos y el mundo árabe, que las consideran una estrategia de expulsión masiva.
Mientras tanto, sectores ultranacionalistas israelíes y aliados políticos de Netanyahu celebrarán las declaraciones de Trump como un respaldo a sus esfuerzos para evitar que Gaza vuelva a ser una “amenaza para Israel”.
Sin embargo, para los palestinos, esto sería percibido como un castigo colectivo de proporciones masivas.